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La sociedad de la desinformación

La sociedad de la desinformación: seguridad y redes sociales en la actualidad, una evaluación preliminar

22/04/2020

Ignacio Cardone

Introducción

El uso de campañas de desinformación con fines estratégicos no es nueva y ha sido utilizada extensamente en diversas sociedades¹. La promoción de noticias falsas para generar pánico, producir escisiones internas y otros, ha sido una acción constante a lo largo de la historia. Sin embargo, hasta hoy, tal tipo de acciones derivaban normalmente de tentativas conscientes y planeadas por parte de actores estatales o de grupos organizados (muchas veces contestatarios al poder estatal). Lo que aparece como novedoso, en el momento actual, es el hecho de que la capacidad de promover la confusión social, provocando efectos completamente perniciosos para una sociedad, no está más bajo el control de tales actores—al menos no en sentido predominante. En cambio, ese control resulta hoy prerrogativa de grandes grupos económicos que dominan el mercado de la economía de la información y que detentan el poder de control de lo que sucede en las redes sociales. El consecuente énfasis en el interés económico determina que los controles en sentido de información/desinformación sean, en el mejor de los casos, laxos. Ello permite que noticias falsas circulen amplia y extensamente en la red, pudiendo resultar en grandes amenazas a la seguridad, no apenas de una o algunas naciones, sino del publico en general. Para agravar la situación, la posibilidad de comunicación de punta a punta que permiten las nuevas redes hacen con que el control sobre la información que circula en la red sea imposible, al menos si no han de violarse garantías básicas de privacidad y libertad de expresión. Así, nos encontramos ante el gran dilema de cómo crear mecanismos sociales de control de la calidad de información que garanticen la seguridad pública sin que ello resulte en una violación de la privacidad y libertades básicas individuales, por lo cual resulta esencial analizar el fenómeno para poder proponer vias posible de acción.

Del ‘Chisme’ al Fake-News: ¿Qué hay de nuevo en las falsas informaciones de las redes sociales?

Mientras que el “chisme” y las campañas de desinformación (pasquinos, canards, gossip) tiene larga data y siempre se ha caracterizado por sus efectos nocivos y su creciente separación con la realidad, la dimensión y escala que las falsas informaciones —conocidas popularmente por su designación inglesa “fake-news”— tienen en la actualidad han determinado un impacto sin parangón en la historia. El potencial disruptor y de escala global de las fake-news se ha evidenciado recientemente no solo a partir de campañas estratégicas destinadas a producir un determinado resultado político (tales como la utilización de las mismas para las elecciones de Donald Trump en los Estados Unidos o Jair Bolsonaro en Brasil, por nombrar solo algunas)², sino también a partir de los efectos nocivos resultantes de la rápida expansión de posiciones anti-científicas y reaccionarias³.

En ese sentido, el principal problema parece devenir del alto grado de conectividad combinado con la falta de instituciones sociales que operen como mediadores de tales prácticas. Hasta antes de la rápida expansión de las redes sociales, los individuos se informaban a través de sus contactos directos o de los medios masivos de comunicación. Esto claramente colocaba un gran poder en manos de los medios de comunicación en masa. El proceso editorial condicionaba la producción de contenido a ciertos criterios mínimos de calidad y confiabilidad, mientras que la línea editorial determinaba la visión general a la cual un determinado medio adscribía. Claramente la objetividad periodística era una utopía, y frecuentemente los medios de comunicaciones han seguido sus propias agendas e intereses, tanto políticos como económicos.

Sin embargo, la existencia de tales instituciones como intermediarias colocaba claramente la responsabilidad en un agente social que operaba como mediador de las informaciones a las cuales el público accedía. No solo el medio debía responsabilizarse legalmente por las informaciones que fueran transmitidas, como también colocaba en juego su prestigio y credibilidad a cada momento que una noticia o información era publicada. Sin que ello fuera una panacea o una situación libre de problemas, lo cierto es que Internet y las redes sociales han cambiado eso significativamente, con algunos efectos positivos, pero también muchos negativos.

La Sociedad de la Desinformación: el anticientificismo, la desinformación y los riesgos a la seguridad

El problema principal en cuanto al aspecto que nos preocupa aquí, la desinformación promovida por el uso de Internet y las redes sociales, es que, no existiendo una entidad responsable por la información divulgada a través de las redes, las acciones por parte de los poderes públicos tienden a ser ineficientes, cuando no completamente inocuas.⁴ Los intentos por controlar el contenido disponible en Internet han sido, desde el comienzo de la expansión de la red, claramente impotentes; mientras que la responsabilización de las empresas que operan las redes sociales al respecto del contenido divulgado a partir de sus plataformas no ha encontrado cabida, siendo siempre contornado como un ataque a la libertad de expresión o una limitación técnica.

Para agravar la situación, la utilización de redes sociales de comunicación directa, punta a punta, como Whatsapp, hacen con que el tipo de información que circule sea muchas veces desconocido, al menos si no quieren violarse normas básicas de privacidad. En otras palabras, salvo que puedan ser revisadas las informaciones y conversaciones privadas entre dos o más personas, no hay forma de evitar que informaciones falsas sean divulgadas, a no ser a partir de una educación estratégica en el uso de información ciudadana.

Todo ello trae como corolario el dilema de control versus libertad de expresión, haciendo con que sus determinantes puedan ser utilizados como excusas para fines muy distintos de los que hacen a la seguridad ciudadana. El problema principal reside en que la supervisión del tráfico de información particular infringe el derecho básico a la privacidad así como a la libertad de expresión, y puede ser utilizados como mecanismos de control sobre disidencias políticas⁵. Caracterizados como cuestiones de seguridad nacional, el control sobre la circulación de información puede generar políticas de abuso de poder y represión estatal, lo que hace tan importante que los mecanismos de mediación en el uso de la información sean de naturaleza social mas que puramente estatalesvi. Eso significa que para evitar el abuso de poder que puede resultar del control centralizado de la información por parte del estado, es necesario una distribución social de dicho poder, lo que, al menos preliminarmente, solo puede ser logrado a partir de un empoderamiento social al respecto de dicho control. En otras palabras, para superar el dilema seguridad vs. libertad, el control de la información debe estar en manos de la ciudadania y no del estado, lo que requiere de cambios substanciales en los comportamientos y capacidades sociales.

Hacia una nueva agenda de investigación: la desinformación global como problema de seguridad

Así, nos enfrentamos hoy a una gran amenaza a la seguridad que no es suficientemente ponderada en los estudios de seguridad. Un claro ejemplo actual puede verse en la gran cantidad de información falsa al respecto de la epidemia de coronavirus – Covid-19 – circulando por las redes sociales y que puede tener efectos nefastos sobre la salud pública, sin que ello esté necesariamente propulsado por intereses estratégicos o preocupaciones geopolíticas⁶. Información falsa referida a cuidados ineficientes o incluso a respecto de tratamientos frente a la enfermedad circulando ampliamente por las redes sociales y las plataformas de comunicación social directa pueden llevar a daños a la salud y a la extensión de la enfermedad. La incapacidad de muchas personas para evaluar la veracidad de la información que reciben y el impulso por distribuir esa información expone a una gran cantidad de personas a esta, contrarrestando los esfuerzos de los órganos de salud locales, nacionales e internacionales y constituyendo un verdadero riesgo a la seguridad pública.

Las dinámicas sociales que han sido establecidas a través de lo que llamo aquí de ‘sociedad de la desinformación’ determinan la ubicuidad e inorganicidad del fenómeno y está, probablemente, detrás de la falta de apreciación del problema en los estudios del área. Así, lo que se nos presenta aquí es una nueva área de investigación que no responde a los cánones tradicionales de los estudios de defensa, inclusive aquellos que trabajan con ciberseguridad. Mientras que el fenómeno ha adquirido recientemente algún grado de atención en la agenda de investigación de diferentes disciplinas sociales, existe la acuciante necesidad de profundizar los estudios sobre las condiciones y características de este fenómeno, reconociendo el importante impacto que este puede tener sobre la seguridad. Esto invita a nuevas reflexiones y apreciaciones que desafían los abordajes habituales de estas disciplinas. La naturaleza de los agentes y las dinámicas envueltas en el fenómeno descripto escapan de los moldes tradicionales en los cuales las amenazas a la seguridad han sido tradicionalmente tratadas. Inclusive la agencia, en el sentido de acción intencional, puede ser claramente cuestionada; incluyendo una problemática de tipo epistemológico de difícil solución, lo que invita a nuevas reflexiones teóricas y metodológicas a las cuales los estudios del área deberán responder.

1 Ver: POSETTI, Julie; MATTHEWS, Alice. A Short Guide to the History of ‘Fake News’ and Disinformation: A New ICFJ Learning Module. . [S.l: s.n.], 2018; BURKHARDT, Joanna M. History of Fake News. Combating Fake News in the Digital Age. Library te ed. Chicago: American Library Association, 2017.

2 Ver: ALLCOTT, Hunt; GENTZKOW, Matthew. Social media and fake news in the 2016 election. Journal of Economic Perspectives, v. 31, n. 2, p. 211–236, 2017; WhatsApp fake news during Brazil election ‘favoured Bolsonaro’. The Guardian, 30 October 2019. Disponible en: https://www.theguardian.com/world/2019/oct/30/whatsapp-fake-news-brazil-election-favoured-jair-bolsonaro-analysis-suggests.

3 Podemos nombrar, como ejemplo, la reciente extensión de la creencia en el tierraplanismo.

4 Apesar de que se ha llamado la atención de las grandes empresas de Internet, los efectos prácticos han sido claramente limitados. Ver, por ejemplo: New Zealand massacre: Tech giants told ‘enough is enough’ after shooting live-streamed in social media terror attack. The Telegraph, 15 March 2019. Disponible en: https://www.telegraph.co.uk/news/2019/03/15/new-zealand-massacre-tech-giants-told-enough-enough-shooting/
Para un análisis sobre las necesidad de investigaciones en el campo de las fake-News y una acción coordinada entre gobierno y academia, ver: LAZER, David et al. The Science of Fake News. Science, v, 359, n. 6380, p. 1094-1096, 2018.

5 Como ha sucedido recientemente en casos de supervisión por parte de las agencias de inteligencia norteamericanas, el recurso a motivos de seguridad nacional puede resultar en importantes violaciones a la libertad individual. Véase por ejemplo: FBI violated Americans’ privacy by abusing access to NSA surveillance data, court rules. The Verge, 8 October 2019. Disponible en: https://www.theverge.com/2019/10/8/20905678/fbi-violated-americans-privacy-rights-court-ruling-fisc-surveillance-nsa

6 Véase, por ejemplo: ‘Fake news’ spreads around coronavirus treatments in Iraq. Aljazeera, 25 March 2020. Disponible en: https://www.aljazeera.com/news/2020/03/news-spreads-coronavirus-treatments-iraq-200325175421561.html; The cure for fake news: how to read about the coronavirus. The Guardian. 11 April 2020. Disponible en: https://www.theguardian.com/world/2020/apr/11/the-cure-for-fake-news-how-to-read-about-the-coronavirus; Fake news about the coronavirus is hazardous to your health. Don’t fall for it: Doctor. USA Today, 13 April 2020. Disponible en: https://www.usatoday.com/story/opinion/2020/04/13/coronavirus-fake-news-health-hazard-column/5132921002/; Facebook’s private groups are abuzz with coronavirus fake news. Politico, 30 March 2020. Disponible en: https://www.politico.eu/article/facebook-misinformation-fake-news-coronavirus-covid19/.

Ignacio Cardone é investigador de pos-doctorado del Núcleo de Pesquisa em Relações Internacionais (NUPRI) de la Universidad de San Pablo (Brasil). Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad de San Pablo y el King’s College London; Master en Relaciones Internacionales por la Universidad Federal de Parana y Licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires.